jueves, 18 de noviembre de 2010

El Mariano sí, pero no

Por Iván Calvache (artista visual y escénico)

El Mariano Aguilera es un símbolo del arte ecuatoriano, sus 91 años lo demuestran, aún cuando ha atravezado períodos de crisis sigue vigente, y es que en todas sus convocatorias han participado una gran parte de los artistas importantes de nuestro país, y muchos de ellos han ganado el primer premio cubriéndose de prestigio. Es cierto, no podemos negarlo, que muchos de sus galardonados han desaparecido sin pena ni gloria, pero una gran mayoría son parte de la historia de las artes visuales, basta mencionar a Víctor Mideros, Camilo Egas, Eduardo Kingman, Oswaldo Guayasamín, Diógenes Paredes, Bolívar Mena Franco, Aníbal Villacís, Galo Galecio, Leonardo Tejada, Araceli Gilbert, Oswaldo Viteri, Gilberto Almeida, Mariella García, Nelson Román, Ramiro Jácome, Luigi Stornaiolo, Carlos Rosero, Roberto Jaramillo, entre otros, la lista es grande.
Desde su reedición en el 2002, a cargo de la artista María Elena Machuca, se ha vuelto más controversial y polémico, lo cual es saludable, porque el arte no es exclusivamente belleza sino también movimiento, crítica, contraposición, y los premios y menciones del salón han generado exactamente todo eso, logrando la reflexión no solamente del limitado circuito de artistas y afines, sino de la colectividad en general, y eso siempre es positivo.
Pero en estos ocho años el Mariano también se ha abierto a otras expresiones —ya no sólo ha sido de pintura y escultura—, y tomar ese riesgo es uno de sus méritos, porque no hay muchos espacios para el arte en el Ecuador, realmente hay muy pocos, y los artistas tienen que intentar llegar a todos los que hay porque es lo único que les permite mostrar su obra, e incluso ganar y así catapultarse un poco, y conseguir algo de dinero porque, hablemos con franqueza, el artista también come y casi ninguno vende bien sus obras. Qué mejor que un premio para despreocuparse por un par de años de trabajar en lo que sea y poder crear libremente. ¿No les parece justo?
Sin embargo ahora se critica a los «artistas saloneros», como si esta fuera una categoría inferior, conozco a muchos buenos «artistas saloneros» que trabajan duro y mandan sus obras para ver si mejoran su calidad de vida, salen del anonimato y pueden hacer una exposición digna. ¿Es eso un crimen?
Lo que me parece desatinado es convertir al Salón en Bienal, que sea una edición anual nos ha permitido una continuidad, pero dos años, en aras de una mayor preparación es un absurdo, hay artistas que trabajan una obra cinco o más años, y si esta está terminada y les parece apropiado, la mandan a concursar, me parece cicatería. Por otro lado está la propuesta de Unidad de Investigación del Arte, ¿será esta un mecanismo apropiado para hacer un seguimiento profundo de los artistas y sus obras? ¿Y si esa unidad decide «investigar» sólo a sus amigos, o lo que según sus gustos personales es «arte»?
Considero que esta suerte de «antropología visual» no es una solución a su «crisis», porque si algo ha mantenido el sentido contestario del arte es precisamente su capacidad de evadir la burocracia del estado y ¿qué mayor burocracia que una Unidad, un Comité Técnico, o lo que sea, que con fines casi arqueológicos quieren descubrir el «arte»?
Y finalmente, una exposición retrospectiva está muy bien, pero debe ser permanente, las obras del Mariano son patrimonio de la ciudad y debemos poder verlas siempre, especialmente si ahora se cuenta con espacio enorme como es el del restaurado Hospital Militar.

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