jueves, 18 de noviembre de 2010

Un salón efímero

Por Ernesto Proaño Vinueza (artista visual)

Los premios no reflejan el sentido del arte, son reconocimientos que intentan —con dinero— incentivar a los creadores, más los creadores seguirán haciendo lo suyo con o sin estos estímulos. Los premios, generalmente, son una especie de caridad cristiana, el buen samaritano dona una parte de su fortuna para promover a los «pobrecitos artistas», así como otros donan para albergues, guarderías, asilos, etc., y así lavan sus conciencias. El Estado hace lo mismo, reparte premios, becas, sueldos vitalicios, puestos públicos, lo cual tal vez esté bien, pero no es la solución al problema.
El Mariano Aguilera, es verdad, ha premiado a muchos excelentes artistas, pero también a premiado a otros intrascendentes. ¿Quiénes son los que premian? ¿Quiénes los que seleccionan? Ponemos en manos de desconocidos, muchas veces de gente sin demasiada preparación y conocimiento, las obras que creamos con esfuerzo durante años. El Salón Mariano Aguilera, por lo mismo, nunca ha sido nada más que un salón efímero en su repercusión en las artes ecuatorianas, aunque algunos críticos pretendan hacernos creer lo contrario.
Pero finalmente hay vientos de cambio en sus planteamientos, se hace una retrospectiva coherente de las obras premiadas en estos 91 años, y se plantea que una Unidad investigue, profundice, en lo que hasta aquí ningún curador ecuatoriano ha hecho: el acontecer artístico contemporáneo. Y ese simple hecho es un aliciente más poderoso para que muchos creadores imaginen proyectos, desempolven talleres, dinamicen sus propuestas, porque «todo» lo que ocurre en el arte es gestionado por los propios artistas, y eso no cambiará aunque nos inunden de premios.
P.S.: Espero que la llamada Unidad de Investigación del Arte y el Equipo Técnico, no lo conformen los mismos curadores de siempre.

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